Una adecuada red de carriles bici garantiza una movilidad
más sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Además de
contrastados beneficios para la salud, estas infraestructuras ayudan a la cohesión
territorial y su mantenimiento supone un gasto mínimo paras las arcas públicas.
Es, de hecho, una de las infraestructuras de transportes urbanas más baratas.
Las ventajas que una
adecuada red de carriles bici supone tanto para el medioambiente como para la
salud de los ciudadanos son dos hechos socialmente reconocidos y comprobados en
aquellas ciudades europeas -Alemania y Holanda a la cabeza- que gozan en la actualidad
de una estructurada red de transporte de este tipo y políticas que lo
promueven. A estos dos factores se añade también un elemento complementario: el
aumento de atractivo turístico que disfrutan aquellos núcleos urbanos que
apuestan por la movilidad en bicicleta.
Económicamente, la
construcción, mantenimiento y rehabilitación de carriles bici supone para las
Administraciones competentes una inversión modesta, puesto que
para la construcción de los mismos se puede utilizar, en la mayoría de los casos,
infraestructuras ya existentes como las propias carreteras y calzadas. Por
parte de los usuarios, es un medio de transporte práctico y económicamente
rentable: el más rápido y eficaz en desplazamientos de 7 a 10 kilómetros en
grandes ciudades.
La utilización
de la bicicleta como medio de locomoción saludable. Los beneficios para salud
de sus usuarios son incuestionables. Además de ser un medio de
transporte seguro, libre de emisiones de gases de efecto invernadero y
contaminación acústica, puede utilizarse de forma autónoma por todos los
públicos (de infancia a tercera edad) y mejora la calidad de vida: promueve un
estilo de vida saludable y, gracias al ejercicio físico, reduce el riesgo de
enfermedades cardiopulmonares y contribuye a un buen estado físico y mental
reduciendo achaques de la vida cotidiana como el estrés y la ansiedad.